ANÁLISIS SEMIÓTICO DE LA ENTREVISTA REALIZADA POR JOSE LUIS PERDOMO A EL ESCRITOR “PAULO COELHO”.
COMPONENTE NARRATIVO:
ORDENAMIENTO CRONOLOGICO DE LOS HECHOS: (Argumento)
La entrevista inicia en una comparación con el cuarteto fantástico del mercado esotérico, y haciendo alusión a Coelho si en el diario de un mago aparecen ejercicios para curar mal de amores, cruda, goma, etc. A lo que el entrevistado responde: No hay, esos ejercicios nos enseña la vida.
“Los cambios, asesinatos y problemas mundiales son de responsabilidad colectiva”, afirma Coelho al responder si no se siente con mucha pesadumbre al no poder calmar el caos mundial a través de sus escritos. Esto nos lleva a un ordenamiento sistemático que el autor nos indica.
El cambio que presenta la entrevista, es cuando Perdomo la refiere a problemas enigmáticos de Coelho, como ejemplo: Es imparable la catástrofe ecológica, o la contraparte de la entrevista al hacer que Coelho emitiera un comentario atinado sobre Krishnamurti. A lo que dice: “Es una persona que tuvo una experiencia mística muy fuerte y que no cree en nada, pero viene de su experiencia mística”.
La entrevista finaliza de un modo bastante pintoresco, lo que según Perdomo indica que la entrevista se extiende a 3 horas, sin preparación previa a ella, hace reflexionar que el término de esta, fue demasiado extraña. A lo que Perdomo sigue con palabras de UG, y Coelho no hace más que esquivar categóricamente las respuestas.
REALIZACION:
En la entrevista hubo un cambio de acción en torno a las respuestas de Coelho, al darse un choque con comparaciones que me imagino, no fueron muy agradables. Es por esto que las situaciones quedan así:
La secuencia es determinable en la entrevista.
*SITUACION INICIAL: Eufórica, Porque la entrevista inicia con un tinte comparativo de manera adecuada y significativa en la entrevista. Acorde al manejo que se lleva la entrevista realizada por Perdomo.
*SITUACION FINAL: Disforica... Al escuchar la entrevista y analizarla correctamente, se determina disforica, la situación final, porque Coelho, ya no emitía un comentario al contradecir con otros escritores sus pensamientos.
INFLUJO
Se influye a Coelho a descifrar las preguntas que se realizan como manipulación de su accionar.
COMPONENTE DESCRIPTIVO:
LOS PERSONAJES:
PAULO COELHO
El entrevistado, sin duda... es el personaje principal en este análisis... aparentemente el conocimiento que coelho desborda en la entrevista es mágica, con símbolos enigmáticos de transformación, que hacen referencia a un momento de compartimiento de mercadeo.
La entrevista gira en torno a su persona.
JOSE LUIS PERDOMO
Óptimo escritor, crítico literario, uno de los mejores entrevistadores del país. En la charla maneja el papel didáctico en conjunto a estudiantes de periodismo, intercambiando comentarios en torno a la entrevista realizada a Paulo Coelho.
LOS ESPACIOS
Estudio en donde se realiza la entrevista.
Aclarando que los espacios mencionados a continuación, son espacios mencionados en la entrevista, por lo cual se consideran metafóricos.
Amazonia
Brasil
LOS TIEMPOS
Añeja entrevista: La entrevista fue realizada varios años atrás y Perdomo maneja este término para referirse a ella.
Presente: Se maneja en toda la entrevista términos del presente.
Futuro: Perdomo hace que el entrevistado viaje a sus descendencias futuras. Con preguntas como: ¿Ve cercano el fin de este mundo?
Pasado: Recuerdan momentos de vivencia ecológica en el tiempo pasado.
LAS OPOSICIONES
DIOS Vrs. BUDA
ECOLOGIA Vrs. DESASTRE ECOLOGICO
Humildad Vrs. ego comercializado
Literatura VRS. Venta de libros comerciales.
Sarcasmo VRS. Inteligencia
Bondadoso VRS. Reservado
Critica Vrs. Honorabilidad
Conocimiento VRS. Conocimiento de si mismo.
Religiosidad VRS. Realismo
LA PROPUESTA IDEOLOGICA
Presentar a un Coelho, diferente del que el público no conoce, realizando preguntas muy comprometedoras en torno a la vida cotidiana del mundo, tomando como punto de vista los momentos mágicos en que el escritor refiere sus momentos reales. Haciéndolo caer en la posición de una persona sin tanto poder económico...
Desvirtuar el porque sus libros son demasiado vendidos en todo el mundo, con la gran frase “Comercializar sus escritos”.
Hacer que el maestro, plantee su punto de vista en situaciones propicias dentro de la entrevista, dándole un sentido de hermetismo y susceptibilidad a los temas de importancia. En momentos también la propuesta sería poner en momentos embarazos a Coelho, al tener que dar su comentario, pero lo ideológico es el ¿Cómo Coelho, se quita las preguntas que le afectan?
viernes, 2 de mayo de 2008
EXAMEN FINAL
domingo, 27 de abril de 2008
domingo, 20 de abril de 2008
CRITICA DE LA PRESENTACION DEL LIBRO "EL ESPEJO IRREVERENTE"
La actividad, considero que no fue lo que el autor esperaba, aunque las disertaciones de los expositores José Perdomo y Carlos Velásquez, estuvieron “Aduladoras”, y un poco ofensivas para el gremio periodístico, con esto no quiero decir que fue mala la participación, solo como marco de referencia, hubiera estado mejor si se enfocaran en la realidad del libro, en la presentación y no en ataques. Este es mi parecer, así lo viví.
El director de Ciencias de la Comunicación, quien fue “el maestro de ceremonias”... no tuvo la relevancia que el cargo le amerita, pero bueno... Mi interpretación de observar las actitudes de los informantes de esta actividad, inicio de manera diferente, porque “Creo”, que en el 5% de la actividad, se hablo del libro.
Los disertadores, junto al autor, enfocaron mucho en los problemas del gremio y no profundizaron como tenía que ser, acerca del tema en importancia, en este caso la presentación del libro “El espejo Irreverente”.
Se escucharon frases como “La vanidad, es el pecado mortal del columnista”, “Obsceno es vivir del trabajo ajeno”... Pero al final, Raúl de la Horra, comenta “Follar, es hacer el amor”, solamente en la participación del autor, se vivieron follarismos, En la realidad comento de la Horra que hay que “Hacerle el amor a la vida, en el fondo”.
“El lenguaje es el cromosoma de la cultura”... y la frase de la noche, referente a Paulo Cohelo, “El hot dog de la literatura Light”.
Al final de la actividad los disertadores, acertaron en una frase en conjunto, ahora los periódicos, como Nuestro Diario, aplican las tres “B”: Bikinis, Balazos y Babosadas.
martes, 1 de abril de 2008
I Examen Parcial
Análisis de la fábula “Eclipse” de, Tito Monterroso
ARGUMENTO:
Fray Bartolomé Arrazola, perdido en la selva de Guatemala, espero la muerte, siempre con su pensamiento en la España distante. Se encontró en un momento rodeado por indígenas que disponían a sacrificarlo en su altar. Cuando recordó que ese día se esperaba un eclipse total de sol, dijo: Si me matáis puedo hacer que el sol oscurezca en su altura. Dos horas después el corazón de fray Bartolomé chorreaba su sangre, mientras un indígena recitaba las infinitas fechas en que se producirían eclipses solares y lunares.
EL CONFLICTO:
El motivo principal de esta fábula, es la vida de Fray entorno a su “Sabiduría” en querer ensombrecer a los indígenas, con lo de querer sorprenderlos con lo del eclipse, sin saber él que los indígenas sabían más que él, y lo matan…
LAS SECUENCIAS:
*SITUACIÓN INICIAL:
DISFORICA, porque Fray esta perdido en la selva, y por su ignorancia espero su muerte, Quiso morir allí.
*PROCESO:
El encuentro con los indígenas que lo quieren sacrificar y la idea que tuvo fray Bartolomé, con su talento en cultura universal pero su ignorancia de la inteligencia indígena, al querer impresionarlos con lo del eclipse.
*SITUACIÓN FINAL:
EUFÓRICA: Porque los indígenas logran su cometido y sacrifican a Fray, recitando las fechas de los eclipses solares y lunares.
OPOSICIONES
Vida-Muerte
Sabiduría- Ignorancia
España-Guatemala
Eclipse solar-Eclipse lunar
TIEMPO
Pasado en el inicio, y termina en presente.
ESPACIOS
Selva de Guatemala
Lugar de los sacrificios.
MENSAJE IDEOLÓGICO
No subestimar ni minimizar la inteligencia de los indígenas ante alguien que quiere ser dominante.
domingo, 30 de marzo de 2008
ANALISIS SEMIOTICO DE LA "CASA TOMADA"
La casa era espaciosa y antigua, en ella habitaban 2 personas... Irene y el autor (me imagino).
En la casa se encuentran los recuerdos familiares y de toda la infancia, profunda y silenciosa, aunque era una locura vivir allí, la limpieza la hacían en la mañana y a eso del medio día terminaban y al mediodía almorzaban puntuales.
El autor menciona que creen que la casa no los dejo casarse, “Irene rechazo dos pretendientes sin mayor motivo, a mi se me murió María Esther antes que llegáramos a comprometernos”. Entrando a los 40 años, ellos juntos y en un silencioso matrimonio de hermanos. Irene dedicaba casi todo el día para tejer en el sofá de su dormitorio, cosas que les eran necesarias, mostrando destreza para realizar sus tejidos. Era hermoso observarla y se le iba el tiempo a su hermano teniendo en cuenta las maravillas que sabía hacer, chalecos, pañoletas. Mas sin embargo no tenia necesidad de hacerlo ya que los campos daban plata.
La distribución de la casa era grande: Comedor, Sala, biblioteca, tres dormitorios, baño, cocina, living central, zaguán. Las puertas de la casa estaban demasiado retiradas y eso hacia a los hermanos pensar siempre en su unión.
Una noche escucharon un ruido impreciso y sordo como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación. Y tuvieron que cerrar la puerta del pasillo... ¡Han tomado la parte del fondo!
En la parte tomada, se había quedado la biblioteca con importantes libros y esto les producía tristeza, pero también un sentimiento porque esto los unifico más y ya no tuvieron que hacer mucha limpieza, a Irene le quedaba mas tiempo para tejer... sin embargo llegaron a una conclusión ¿Se puede vivir sin pensar?.
En el momento de este cuestionamiento, comenzaron a escuchar ruidos fuertes con más frecuencia, el roce metálico de las agujas de tejer, la puerta de roble... pero esto lo escuchaban porque el silencio de noche era tan grande que cualquier ruido era abismal. Los ruidos se oían mas fuertes pero siempre sordos, los hermanos salieron corriendo hasta llegar al zaguán... han tomado esta parte de la casa... no les quedo otra más que salir tristes de la casa ocultando los sentimientos encontrados, con lástima cerraron la puerta de entrada y se fueron de la casa tomada.
El motivo principal de este cuento es la unión en momentos de problemas dentro de un círculo, por ejemplo: la familia.
La esencia es el explicar cuan grande es la casa, pero con la naturaleza de conocer que algún día ese hogar que fue su vida entera, lo tendrían que dejar para vivir nuevas vidas... El tomar la casa, ese es el entorno en que se desenvuelve el cuento de Cortázar.
LAS SECUENCIAS:
Como en todo relato el principio se opone al final o viceversa, pero lo fundamental es que siempre habrán oposiciones en donde habrá o no un sentido en donde defina, si el relato inicia eufórica o disfóricamente.
*SITUACION INICIAL: EUFORICA, porque hace referencia de los momentos en que los personajes vivieron en conjunto con su familia, en una gran casa.
*PROCESO: La unificación de los hermanos, al quedarse a vivir solos, y la tendencia a compartir la soledad de la gran casa, compartiendo los sonidos que fueron tomando la casa poco a poco, dentro de su mente... el proceso significó la división de la casa y el vivir mucho más juntos.
*SITUACION FINAL: EL saber que durante un buen tiempo vivieron felices en su gran casa, pero tal era la parte tomada, que tuvieron que dejar sus recuerdos, sentimientos guardados en ese fragmento de su vida, tristemente. Esto significa que la situación final es disfórica.
OPOSICIONES:
Limpieza - polvo
Desanimado - contento
Alegres - tristes
Sentimiento - miedos
ESPACIOS:
Casa.
Campos.
Cuartos de la casa.
Dormitorio.
TIEMPOS:
Según el cuento, lo que se pudo analizar es que eminentemente el tiempo en que transcurrió el cuento fue el pasado, siempre se mencionan palabras como:
Hubiera, era, empezaba, íbamos, recordé, traía, cerré, entre otras...
Pero a veces el relator recurría al presente en diferentes términos.
Este cuento representa diferentes valores que tienden mucho a verse en la vida real, y me refiero al de la unión familiar, el creer y compartir con los miembros de la familia, de manera amena y siempre en confianza. Considero que se defiende mucho este valor que de una u otra forma ayuda en la sociedad marginada en la que se vive.
"CASA TOMADA"
Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura pues en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse. Hacíamos la limpieza por la mañana, levantándonos a las siete, y a eso de las once yo le dejaba a Irene las últimas habitaciones por repasar y me iba a la cocina. Almorzábamos al mediodía, siempre puntuales; ya no quedaba nada por hacer fuera de unos platos sucios. Nos resultaba grato almorzar pensando en la casa profunda y silenciosa y como nos bastábamos para mantenerla limpia. A veces llegábamos a creer que era ella la que no nos dejo casarnos. Irene rechazo dos pretendientes sin mayor motivo, a mi se me murió María Esther antes que llegáramos a comprometernos. Entramos en los cuarenta años con la inexpresada idea de que el nuestro, simple y silencioso matrimonio de hermanos, era necesaria clausura de la genealogía asentada por nuestros bisabuelos en nuestra casa. Nos moriríamos allí algún día, vagos y esquivos primos se quedarían con la casa y la echarían al suelo para enriquecerse con el terreno y los ladrillos; o mejor, nosotros mismos la voltearíamos justicieramente antes de que fuese demasiado tarde.
Irene era una chica nacida para no molestar a nadie. Aparte de su actividad matinal se pasaba el resto del día tejiendo en el sofá de su dormitorio. No se porque tejía tanto, yo creo que las mujeres tejen cuando han encontrado en esa labor el gran pretexto para no hacer nada. Irene no era así, tejía cosas siempre necesarias, tricotas para el invierno, medias para mi, mañanitas y chalecos para ella. A veces tejía un chaleco y después lo destejía en un momento porque algo no le agradaba; era gracioso ver en la canastilla el montón de lana encrespada resistiéndose a perder su forma de algunas horas. Los sábados iba yo al centro a comprarle lana; Irene tenía fe en mi gusto, se complacía con los colores y nunca tuve que devolver madejas. Yo aprovechaba esas salidas para dar una vuelta por las librerías y preguntar vanamente si había novedades en literatura francesa. Desde 1939 no llegaba nada valioso a la Argentina. Pero es de la casa que me interesa hablar, de la casa y de Irene, porque yo no tengo importancia. Me pregunto qué hubiera hecho Irene sin el tejido. Uno puede releer un libro, pero cuando un pullover está terminado no se puede repetirlo sin escándalo. Un día encontré el cajón de abajo de la cómoda de alcanfor lleno de pañoletas blancas, verdes, lila. Estaban con naftalina, apiladas como en una mercería; no tuve valor para preguntarle a Irene que pensaba hacer con ellas. No necesitábamos ganarnos la vida, todos los meses llegaba plata de los campos y el dinero aumentaba. Pero a Irene solamente la entretenía el tejido, mostraba una destreza maravillosa y a mi se me iban las horas viéndole las manos como erizos plateados, agujas yendo y viniendo y una o dos canastillas en el suelo donde se agitaban constantemente los ovillos. Era hermoso.
Cómo no acordarme de la distribución de la casa. El comedor, una sala con gobelinos, la biblioteca y tres dormitorios grandes quedaban en la parte mas retirada, la que mira hacia Rodríguez Peña. Solamente un pasillo con su maciza puerta de roble aislaba esa parte del ala delantera donde había un baño, la cocina, nuestros dormitorios y el living central, al cual comunicaban los dormitorios y el pasillo. Se entraba a la casa por un zaguán con mayólica, y la puerta cancel daba al living. De manera que uno entraba por el zaguán, abría la cancel y pasaba al living; tenía a los lados las puertas de nuestros dormitorios, y al frente el pasillo que conducía a la parte mas retirada; avanzando por el pasillo se franqueaba la puerta de roble y mas allá empezaba el otro lado de la casa, o bien se podía girar a la izquierda justamente antes de la puerta y seguir por un pasillo mas estrecho que llevaba a la cocina y el baño. Cuando la puerta estaba abierta advertía uno que la casa era muy grande; si no, daba la impresión de un departamento de los que se edifican ahora, apenas para moverse; Irene y yo vivíamos siempre en esta parte de la casa, casi nunca íbamos más allá de la puerta de roble, salvo para hacer la limpieza, pues es increíble como se junta tierra en los muebles. Buenos Aires será una ciudad limpia, pero eso lo debe a sus habitantes y no a otra cosa. Hay demasiada tierra en el aire, apenas sopla una ráfaga se palpa el polvo en los mármoles de las consolas y entre los rombos de las carpetas de macramé; da trabajo sacarlo bien con plumero, vuela y se suspende en el aire, un momento después se deposita de nuevo en los muebles y los pianos.
Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba tejiendo en su dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui por el pasillo hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo en el comedor o en la biblioteca. El sonido venia impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación. También lo oí, al mismo tiempo o un segundo después, en el fondo del pasillo que traía desde aquellas piezas hasta la puerta. Me tire contra la pared antes de que fuera demasiado tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave estaba puesta de nuestro lado y además corrí el gran cerrojo para más seguridad.
Fui a la cocina, calenté la pavita, y cuando estuve de vuelta con la bandeja del mate le dije a Irene:
-Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado parte del fondo.
Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados.
-¿Estás seguro?
Asentí.
-Entonces -dijo recogiendo las agujas- tendremos que vivir en este lado.
Yo cebaba el mate con mucho cuidado, pero ella tardó un rato en reanudar su labor. Me acuerdo que me tejía un chaleco gris; a mi me gustaba ese chaleco.
Los primeros días nos pareció penoso porque ambos habíamos dejado en la parte tomada muchas cosas que queríamos. Mis libros de literatura francesa, por ejemplo, estaban todos en la biblioteca. Irene pensó en una botella de Hesperidina de muchos años. Con frecuencia (pero esto solamente sucedió los primeros días) cerrábamos algún cajón de las cómodas y nos mirábamos con tristeza.
-No está aquí.
Y era una cosa más de todo lo que habíamos perdido al otro lado de la casa.
Pero también tuvimos ventajas. La limpieza se simplificó tanto que aun levantándose tardísimo, a las nueve y media por ejemplo, no daban las once y ya estábamos de brazos cruzados. Irene se acostumbró a ir conmigo a la cocina y ayudarme a preparar el almuerzo. Lo pensamos bien, y se decidió esto: mientras yo preparaba el almuerza, Irene cocinaría platos para comer fríos de noche. Nos alegramos porque siempre resultaba molesto tener que abandonar los dormitorios al atardecer y ponerse a cocinar. Ahora nos bastaba con la mesa en el dormitorio de Irene y las fuentes de comida fiambre.
Irene estaba contenta porque le quedaba más tiempo para tejer. Yo andaba un poco perdido a causa de los libros, pero por no afligir a mi hermana me puse a revisar la colección de estampillas de papa, y eso me sirvió para matar el tiempo. Nos divertíamos mucho, cada uno en sus cosas, casi siempre reunidos en el dormitorio de Irene que era más cómodo. A veces Irene decía:
-Fijate este punto que se me ha ocurrido. ¿No da un dibujo de trébol?
Un rato después era yo el que le ponía ante los ojos un cuadradito de papel para que viese el mérito de algún sello de Eupen y Malmédy. Estábamos bien, y poco a poco empezábamos a no pensar. Se puede vivir sin pensar.
(Cuando Irene soñaba en alta voz yo me desvelaba en seguida. Nunca pude habituarme a esa voz de estatua o papagayo, voz que viene de los sueños y no de la garganta. Irene decía que mis sueños consistían en grandes sacudones que a veces hacían caer el cobertor. Nuestros dormitorios tenían el living de por medio, pero de noche se escuchaba cualquier cosa en la casa. Nos oíamos respirar, toser, presentíamos el ademán que conduce a la llave del velador, los mutuos y frecuentes insomnios.
Aparte de eso todo estaba callado en la casa. De día eran los rumores domésticos, el roce metálico de las agujas de tejer, un crujido al pasar las hojas del álbum filatélico. La puerta de roble, creo haberlo dicho, era maciza. En la cocina y el baño, que quedaban tocando la parte tomada, nos poníamos a hablar en vos mas alta o Irene cantaba canciones de cuna. En una cocina hay demasiados ruidos de loza y vidrios para que otros sonidos irrumpan en ella. Muy pocas veces permitíamos allí el silencio, pero cuando tornábamos a los dormitorios y al living, entonces la casa se ponía callada y a media luz, hasta pisábamos despacio para no molestarnos. Yo creo que era por eso que de noche, cuando Irene empezaba a soñar en alta voz, me desvelaba en seguida.)
Es casi repetir lo mismo salvo las consecuencias. De noche siento sed, y antes de acostarnos le dije a Irene que iba hasta la cocina a servirme un vaso de agua. Desde la puerta del dormitorio (ella tejía) oí ruido en la cocina; tal vez en la cocina o tal vez en el baño porque el codo del pasillo apagaba el sonido. A Irene le llamo la atención mi brusca manera de detenerme, y vino a mi lado sin decir palabra. Nos quedamos escuchando los ruidos, notando claramente que eran de este lado de la puerta de roble, en la cocina y el baño, o en el pasillo mismo donde empezaba el codo casi al lado nuestro.
No nos miramos siquiera. Apreté el brazo de Irene y la hice correr conmigo hasta la puerta cancel, sin volvernos hacia atrás. Los ruidos se oían mas fuerte pero siempre sordos, a espaldas nuestras. Cerré de un golpe la cancel y nos quedamos en el zaguán. Ahora no se oía nada.
-Han tomado esta parte -dijo Irene. El tejido le colgaba de las manos y las hebras iban hasta la cancel y se perdían debajo. Cuando vio que los ovillos habían quedado del otro lado, soltó el tejido sin mirarlo.
-¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? -le pregunté inútilmente.
-No, nada.
Estábamos con lo puesto. Me acordé de los quince mil pesos en el armario de mi dormitorio. Ya era tarde ahora.
Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos así a la calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada.